Por fin se ha estrenado la esperadísima segunda parte de Gladiator, al menos desde que se anunció, y lo cierto es que la valoración del público está siendo más bien tibia
Como creo que cada persona tendrá su propia opinión al respecto, más que hacer una crítica de la película voy a centrarme en extraer tres lecciones de la misma.
La primera está clara y no es más que la respuesta a la pregunta: ¿era necesaria una segunda parte? Esta es una pregunta que siempre hay que tratar de responder de la forma más asertiva posible en caso de querer alargar una saga. En el caso de Gladiator, la respuesta está clara. No. No era necesaria una segunda parte.
Creo que en este punto, todos podemos estar de acuerdo. Y digo todos, incluso aquellos a los que sí ha gustado esta segunda parte y entre los que no me incluyo. Nadie estaba deseando que llegara Gladiator II. Y cuando digo nadie es nadie. Gladiator, la original, es una de las mejores películas de la historia. Punto. No pienso discutir esta máxima.
Es una película que encandiló a todo el que la vio. No conozco a nadie a quien no le encante o que no la haya visto mil veces. Es una película sobre la que he hablado con amigos y familiares infinidad de veces. Y, ¿sabéis qué? Nunca oí a nadie decir nada parecido a: "Ojalá hagan una continuación". Nunca es nunca. Ni una sola vez.
Y es que esta es la realidad. Gladiator era una película perfecta. Empezaba y acababa con maestría. Era un producto perfectamente cerrado, que no necesitaba ni un segundo de más. Prueba de ello es que el corte del director de Ridley Scott no aportaba nada de valor. De hecho, por añadir metraje, lo que hacía era empeorar el resultado final.
Y esto es debido a la idea sobre la que llevo un rato dando vueltas. Gladiator era una película perfecta. No necesitaba nada más. Si apenas unos minutos de metraje extra la empeoraban, imaginad los efectos de añadirle dos horas y media, que es lo que dura esta segunda parte. El resultado es catastrófico.
Gladiator II no resiste bien ni como película aislada, pero es que en comparativa con la primera entrega, sale muy mal parada. Y no nos engañemos, todos la vamos a comparar con la original. Es imposible no hacerlo.
¿Por qué habrá decidido Ridley Scott rodar esta segunda parte tantos años más tarde? Ni idea. Es un misterio. Yo apuesto a que es consciente de que ya tiene una edad, 87 años nada menos, y que no le quedan muchas películas por rodar. Asumo que es eso lo que le ha llevado a grabar todo aquello que una vez quiso hacer y no pudo.
Estoy seguro de que la idea de hacer esta secuela lleva muchos años rondando su cabeza, pero deduzco que nadie lo veía con buenos ojos y por eso nunca se hizo. Pero, llegados a 2024, parece claro que era ahora o nunca, y esta idea de no poder esperar más es lo que le ha llevado a dar el paso.
Sea como sea, no es una decisión acertada. Sólo hay que hacer secuelas cuando la película original lo exige o cuando es una demanda popular de la gente, y ninguno de estos dos factores se da en el caso que nos atañe.
La segunda lección que nos deja Gladiator II, y seguramente la única positiva, es lo buen actor que es Denzel Washington. En realidad, decir que es bueno es quedarse verdaderamente corto. No hay término que se acerque a describir el enorme talento que este hombre atesora.
Y es que sí, Gladiator II está llena de actuaciones olvidables. La mayoría no es culpa de los actores, es simplemente que sus personajes carecen de interés y ahí no hay nada que hacer. Paradigmático es el caso de Pedro Pascal, quien habitualmente es puro carisma y quien en esta película como mucho despertará algún que otro bostezo.
Lo dicho, ninguna actuación será recordada dentro de dos años. Es por eso que el papel de Denzel Washington brilla con aún más fuerza, por mero contraste con sus apagados compañeros.
El actor está en su salsa, se le nota disfrutón, que se lo está pasando bien. Cada escena en la que aparece es una escena que roba. Y cada escena en la que no está, es una escena en la que se le echa de menos. No lo es sobre el papel, pero cualquiera que haya visto la película sabe que su personaje es el verdadero protagonista de la historia. Aquel cuyo camino queremos recorrer y del que tenemos más preguntas.
A su gran actuación hay que añadir que estamos sin duda ante el personaje mejor escrito de toda la película, una conjunción imbatible. Eso sí, dos notas malas al respecto.
La primera es que esta gran actuación nos hace aún más duro aceptar la idea de que Denzel Washington se retira de la actuación, tal y como ha anunciado. Sin duda, perdemos a un peso pesado, uno de los mejores que ha habido, que hay y que habrá. Le echaremos de menos.
La segunda nota triste tiene que ver con el hecho de que ni su magistral actuación es capaz de compensar el tedio que respira la película. Es lo mejor, sí, pero no consigue salvarla del abismo al que se precipita escena tras escena.
La tercera lección que debemos extraer es que al final, por muchos efectos especiales, por muchos grandes actores que tengas, es el guion lo que eleva a una película a la categoría de obra maestra o lo que la hunde en el pozo del olvido. Y mucho me temo que en este caso estamos claramente ante un ejemplo de lo segundo.
El guion de Gladiator II ha sido escrito por David Scarpa, quien también fue el encargado de escribir Napoleón, la última película de Ridley Scott, que también sufrió las críticas negativas del público. Parece ser que este dúo no termina de dar con la tecla, pero ¿quién sabe? A lo mejor a la tercera va la vencida.
Sea como fuere, el guion de Gladiator II es flojo, falto de interés y a ratos extremadamente tontón. Aprovecho para aclarar que a partir de este punto habrá spoilers sobre la trama. Podríamos decir mil cosas del guion, pero su pecado capital reside en que el personaje protagonista, interpretado por Paul Mescal, no despierta ningún tipo de simpatía en el público.
Esto lo diferencia de Máximo, interpretado rozando la perfección por Russell Crowe, y quien enardecía el corazón de la audiencia con cada una de sus frases. Paul Mescal no consigue ese efecto. En parte es simplemente porque es peor actor, pero también es verdad que el guion no ayuda.
Su motivación inicial es vengar la muerte de su mujer, es decir, es idéntica a la de Máximo, lo que además de repetitivo, lo vuelve en su contra porque mientras con Máximo sentíamos esa conexión con su mujer con la escena de las figuritas a las que rezaba o cuando contaba los días que llevaba lejos de su hogar; aquí no sentimos nada de eso. La muerte de su mujer sucede mucho antes de que el personaje de Paul Mescal nos importe lo más mínimo, porque no le conocemos, por lo que la tragedia de la muerte de su esposa nos da bastante igual.
A esta motivación se le une su odio al Imperio Romano y al general Acacio, interpretado por Pedro Pascal, en particular, por ser los causantes de la muerte de su esposa. Hay que aclarar que él ya tenía de antes un cierto resentimiento al Imperio que no termina de tener ningún sentido y que la película intenta meter con calzador sin demasiado éxito.
El problema es que nos da igual la muerte de su esposa, nunca comprendemos su odio al Imperio Romano y en ningún momento deseamos que cumpla su venganza y mate a Pedro Pascal. Es decir, cero de tres, la motivación del protagonista nos da igual y eso hace que la película carezca de interés en ese sentido.
De todas formas, la cosa empeora, porque parece ser que el guionista David Scarpa debió darse cuenta de que los objetivos de su protagonista no iban a conectar con el público, por lo que de repente decide dar un giro de 180 grados a la motivación de Paul Mescal.
Esto sucede justo cuando tiene la posibilidad de cumplir su venganza y matar a Pedro Pascal. Es entonces cuando, sin ningún motivo, decide perdonarle la vida. Y no sólo eso, sino que desde ese momento decide que no odia al Imperio Romano, sino que lo ama y que él va a ser el encargado de salvarlo de la tiranía en la que ha caído. Esto sucede así, tal cual, no es coña.
Sé que parece estúpido cambiar del todo la motivación del protagonista de una película a mitad de metraje y ni siquiera tratar de justificarlo, pero Gladiator II lo hace y esa termina por ser su sentencia final.
En resumen, un guion flojo que no termina de interesar desde el principio y que intentan salvar con un giro desesperado, pero que no consigue despegar en ningún momento. Nunca nos despierta el más mínimo interés.
Gladiator II es una secuela innecesaria, con un guion flojísimo, un protagonista endeble y en la que sólo se salva Denzel Washington. A pesar de todo, sigue siendo una película disfrutable en pantalla grande así que no dejes de ir a verla al cine y saca tus propias conclusiones.