Robert Eggers regresa con Nosferatu al género que le encumbró, el terror, y una vez más vuelve a dejar el listón muy alto

Nosferatu, la nueva película de Robert Eggers, se estrenó el 25 de diciembre del año pasado. Llama la atención la fecha escogida para tratarse de una película de terror, ya que estrenarse justo en Navidad no es lo más habitual para este tipo de films.
Nunca sabremos si fue una decisión de marketing o una broma del director estadounidense, pero, sea como fuere, lo cierto es que se convirtió de manera inmediata en una de las cintas más esperadas de esa particular época del año. Además, contribuyó a mejorar los números de un año que no pasará a la historia por el gran nombre de los títulos que se estrenaron, que fueron prácticamente inexistentes.
Lo dicho, Nosferatu llegó para mejorar un año bastante mediocre en lo que a cine se refiere. Pero antes de meternos de lleno con la película, conviene hacer un pequeño repaso de la trayectoria de su director y guionista, Robert Eggers, ya que su mano se deja notar en cada fotograma.

Este guionista y director nacido en Nueva York dio el salto a la fama con su primera película, La bruja. Esa obra ya dejó claro cual sería su punto fuerte, crear ambientes tan agobiantes que al espectador le cueste respirar. La bruja es pura ambientación. Una obra que nos traslada a otra época y nos hace sufrir debido a los prejuicios de ese momento.
Aquí ya quedó patente que el terror es un género en el que se movería como pez en el agua. Además, lo suyo no sería abusar de la sangre, ni de los jumpscares, sino crear situaciones irrespirables en las que la tensión se pudiera cortar con un cuchillo.
Para mí, sigue siendo su película más redonda, pero por suerte, este director tenía mucho más que ofrecernos.
En 2019 llegaría El faro, película protagonizada por unos excelentes Willem Dafoe y Robert Pattinson. Más allá de sus actuaciones, que como digo, son magníficas, la película vuelve a destacar por la capacidad de Eggers de crear un ambiente opresivo hasta la médula.
Esta obra es todo un descenso a los infiernos de la locura, y aunque baja un poco el nivel en sus últimos minutos, sigue siendo una cinta muy a tener en cuenta. Una película cruda y original como pocas.
Llegamos así a The Northman, un film mucho más ambicioso que sus dos predecesores. Si en sus dos anteriores obras podíamos ver que había pocos personajes y un solo escenario; The Northman es una película mucho más grande. El número de actores se multiplica exponencialmente y las localizaciones son muy variadas y a menudo tremendamente caras y vistosas.
Muchos pensábamos que no era el tipo de producto en el que alguien como Robert Eggers fuera a destacar, pero el director y guionista nos calló la boca una vez más. Esta obra es pura espectacularidad, talento y buen gusto. Todo en ella está creado para dejar al espectador con la boca abierta. Especialmente memorable es el plano secuencia del ataque a la aldea.
Lamentablemente, y como ya pasaba con El faro, la película decae en sus minutos finales y acaba haciéndose un poco larga. Pero eso sí, sigue siendo una buenísima idea sentarse a verla pues lo bueno supera con creces a lo malo a lo largo del metraje.

Y así llegamos a su última obra, Nosferatu; donde viene a contar de nuevo la historia del vampiro más famoso de todos los tiempos, sólo que evitando pagar el canon a los herederos de Bram Stoker.
Iré directo al grano, Nosferatu es un diez en términos de dirección, pero flojea un poco en cuanto a guion. Y es que no se puede ser bueno en todo, y Eggers es mucho mejor director que guionista. Pero vayamos por partes.
La película es una clase magistral de dirección en cada fotograma. La ambientación una vez más es magnífica y consigue trasladarte a otra época sin que te des ni cuenta. Es apagarse las luces de la sala y automáticamente viajas a la Alemania de hace dos siglos.
Todo en este sentido está muy bien hecho, pero la parte en la que viaja para conocer al Conde Orlok (Nosferatu) es simplemente insuperable. De largo, lo mejor de la película.
La fotografía es magnífica. No hay un solo plano que no esté cuidado al detalle. Da gusto cuando tiene que darlo y es desagradable cuando lo pretende. Es una película que es una delicia de ver.
Pero es que el sonido no se queda atrás. Eggers es un director que cuida hasta el más mínimo detalle y sabe que el sonido es la mitad de lo que percibimos al ver una película. De ahí que esté tan presente, sin llegar a ser excesivo en ningún momento. Para el recuerdo queda la escena en la que el carruaje se acerca a recoger al protagonista en mitad de la nada y el sonido experimenta un increscendo que alteraría el corazón de los más valientes.

Lo último que quiero destacar son las actuaciones. El protagonista, Nicholas Hoult, es el actor del momento y en esta película se entiende el porqué. Está magnífico, su personaje tiene un arco muy marcado y él es capaz de destacar en cada tramo del mismo. No era una actuación fácil, pero Nicholas aprueba con nota.
También es muy destacable el papel de Aaron Taylor-Johnson. No sé qué tiene este actor que todo lo hace bien. Siempre está a la altura del papel y lleva años demostrando que su versatilidad no conoce límites. Lo mismo te hace una película de Marvel que en esta ocasión destaca como un millonario alemán de comienzos del XIX y te comes ambas. Sin duda, un actor que está en estado de gracia.
Y para completar el trío de héroes tenemos a Willem Dafoe. Es claramente el mejor actor del elenco, ya que tiene una carrera mucho más larga que sus compañeros. Pero es que este señor brilla especialmente en películas raras y extravagantes, y esta lo es. Su personaje es inolvidable, o mejor dicho, él lo hace inolvidable.
En cuanto a la presencia femenina, destaca la actuación de Lily-Rose Deep. La actriz refleja a la perfección el tormento que sufre su personaje. Su actuación es desgarradora y llega a conmovernos en lo más profundo. Sobresaliente para ella.

Y así llegamos al único punto débil del reparto, Bill Skarsgård en el papel de Nosferatu. Aparte de decir que está irreconocible, es justo decir que no hace una mala interpretación.
El problema es que su caracterización no termina de funcionar. Ese bigote que le han puesto, totalmente justificado desde un punto de vista histórico, no transmite el terror que debería, sino más bien todo lo contrario. Una pena porque este es el único punto que se puede criticar a Eggers como director.
Como guionista ya es otro tema. La historia está bien, algo lógico si tenemos en cuenta la base desde la que partimos, nada más y nada menos que una de las novelas de terror más aclamadas de la historia.
Lo negativo es que Robert no acierta a la hora de cerrar la película. Esto es algo que ya le sucedió en El faro y en The Northman. Es justo señalar que los finales no son su punto fuerte. Sus películas casi siempre se desinflan en su tramo final.
Además, en Nosferatu tenemos un problema añadido y que es especialmente grave. Explicarlo constituye un gran spoiler, así que si no has visto la película, sáltate el siguiente párrafo y continúa leyendo después con tranquilidad.

El enorme fallo de Nosferatu a nivel de guion es que los tres protagonistas son totalmente prescindibles. La historia resumida es: Nosferatu quiere acostarse con la chica, al final lo consigue y fruto de ello muere porque sale el sol. Y esto sucede tal cual sin que ninguno de los tres protagonistas tenga nada que ver con el desarrollo de los acontecimientos. Es decir, si ellos tres no existieran, habría sucedido exactamente lo mismo. Y una película en la que todas las acciones de los protagonistas son del todo intrascendentes es una que falla estrepitosamente a nivel de guion.
Con todo y con eso, Nosferatu sigue siendo una cinta totalmente recomendable. Si no la has visto, no pierdas más tiempo y ve al cine. Es una experiencia ideal para la pantalla grande.
Nos vemos en el siguiente artículo, aquí, en NO HAY CHANCES, tu revista cultural.
