El actor convertido en director, parece empeñado en demostrar su valía, pero las prisas no le están jugando una buena pasada
Todos recordamos a Bradley Cooper la primera vez que le vimos. Corría el año 2009 y acababa de estrenarse la película Resacón en Las Vegas. En ella, y como no podía ser de otra forma, interpretaba al amigo guapo del protagonista. Su actuación era correcta, nada especialmente llamativo, al menos si lo juzgamos con los ojos de aquel entonces.
Pero muy pronto quedó claro que Cooper no quería convertirse en el nuevo chico guapo de Hollywood. Él aspiraba a mucho más que eso, y no dejó pasar demasiado tiempo antes de empezar a demostrarlo.
Dos años más tarde, y tras varios papeles que no serán recordados, participó en la película Sin límites, en la que ya pudimos ver destellos del gran actor en el que se estaba convirtiendo. Ese mismo año se estrenó la segunda parte de Resacón en las Vegas, en la que repetía papel, pero ya había quedado claro que sus aspiraciones iban más allá.
Fue al año siguiente, en 2012, cuando finalmente terminó de consagrarse como un actor al que tener muy en cuenta. Fue El lado bueno de las cosas la película en la que el público, por fin, pudo disfrutar del enorme talento que atesora Bradley. Una vez más, y como ya había sucedido en Sin Límites, volvió a quedar patente la buena dupla que hacía con Robert de Niro.
En esta ocasión, el papel coprotagonista lo ocupaba Jennifer Lawrence, una de las mejores actrices de los últimos 20 años, pero el bueno de Cooper no desentonó. Ninguno de los que vimos esa película pensamos que él no estuviera a la altura de Lawrence. Es más, fuimos muchos los que nos mostramos sorprendidos de su buen hacer y, nos dijimos que seguramente estábamos ante alguien que iba a dar que hablar en los años venideros. Y vaya sí teníamos razón.
Durante los siguientes años protagonizó un sinfín de películas entre las que se pueden destacar: La gran estafa americana, American Sniper o Joy. En todas ellas obtuvo buenas críticas, tanto del público como de la crítica.
Así llegamos a 2018, año en el que estrena Ha nacido una estrella, película que además de protagonizar, escribe y dirige. Pero ya volveremos a ella más adelante.
Ahora quiero detenerme en Maestro, película que también protagoniza y dirige, y que le ha valido numerosas nominaciones a los Oscars. Aunque, finalmente, no pudo llevarse ninguna estatuilla, eso, supongo, le llevará a preguntarse por qué.
La respuesta es sencilla, lo está intentando con demasiadas ganas. Se nota mucho que está ansioso por ganar el Oscar y esto es algo que el jurado no suele valorar positivamente.
A nivel de actuación es muy claro: Bradley Cooper está increíble en su encarnación del famosísimo director de orquesta Leonard Bernstein; eso es innegable. Sin embargo, también es innegable que a ratos está absoluta y totalmente sobreactuado. Son demasiadas las escenas en las que un gesto excesivo por su parte, o una entonación exagerada, nos sacan de la película y nos recuerdan que estamos precisamente ante eso, ante una película.
Esto es algo imperdonable para un actor. Creo, honestamente, que esto fue lo que le condenó a no ganar el Oscar, ya que, por lo demás, su actuación es soberbia.
¿Y qué decir de su dirección? Pues como dijimos en La Cantina del Cine (el podcast que deberías escuchar), un poco más de lo mismo. La película está llena de buenas decisiones a nivel de dirección, grandes planos y momentos dramáticos muy bien construidos. Pero también es cierto que, a veces, está un poco demasiado presente su mano.
Tanto cambio de formato, el manido uso del blanco y negro, como la sensación, a ratos, de que la película está dirigida por varios directores debido a la variedad de recursos y formas de narrar distintas que utiliza, no han jugado a su favor.
Al final no fue ni nominado a Mejor Director, decisión que, aunque no comparto, entiendo. A diferencia de lo que piensan muchos, un director no debe estar tan presente. No se le puede notar tanto. Y es aquí donde quiero recuperar la maravillosa Ha nacido una estrella.
Su actuación en esta obra es, de largo, la mejor de su exitosa carrera. La capacidad que tiene de plasmar las aristas y los grises de un cantante de rock, tan glorioso en algunos aspectos y tan negligente en otros, es un regalo que Cooper nos hizo a todos los que amamos el cine.
¿Y su mano como director? Para empezar, está mucho menos presente que en Maestro. Se mantiene en el notable y deja claro que estamos ante una persona con muchísimo talento narrativo. Su dirección es muy buena y es, sin duda, uno de los motivos de que la película funcione tan bien. Amén de una Lady Gaga en estado de gracia.
Nada más ver Maestro y quedarme con un sabor agridulce, volví a ver Ha nacido una estrella y confirmé lo que ya sabía.
Bradley, tu talento como actor y como director, algún día será reconocido. Es cuestión de tiempo, ten paciencia. No quieras correr para lograrlo, pues sólo conseguirás alejarte de tu meta. Limítate a andar tranquilamente, disfruta del paisaje y te aseguro que tarde o temprano llegarás a tu destino.