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Tres lecciones que debemos aprender de Blancanieves

La película de Disney está siendo un sonoro fracaso en taquilla, y las críticas de las pocas personas que la han visto tampoco la respaldan, ¿por qué?

Frame de Barbarian

En el momento en que estoy escribiendo este artículo, Blancanieves cuenta con una nota de 3,0 en Filmaffinity. Es, de lejos, una de las peores valoraciones que he visto en una película seria, y no digamos ya en una superproducción como esta. Es algo insólito.


El caso es que, sorprendido por esta nota, decidí ir al cine a verla, y ¿cuál fue mi sorpresa al descubrir que no era, para nada, una mala película? Es más, me atrevería a decir que, junto a La Bella y la Bestia y Aladdín, es uno de los mejores live action que ha hecho Disney. De hecho, es el único que supera a la película original de animación en la que se basa.


Entonces, ¿por qué está cosechando tan malas críticas? Pues la respuesta está, precisamente, en las tres lecciones que todos, y sobre todo Disney, debería sacar de esta película.


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En primer lugar, queda claro que, en los tiempos que corren, ya no es suficiente con hacer una buena película. Eso podía servir antes, cuando el éxito o el fracaso de un producto dependían únicamente de su calidad intrínseca. Desde la irrupción de las redes sociales, esto ya no es así. Ahora todo es de dominio público y la gente examinará, y juzgará, hasta el más mínimo aspecto de la producción.


¿Recordáis cuando, en Gladiator, el dueño de Máximo le dice: "Gánate al público y ganarás tu libertad"? Pues algo así habría que decirle a las grandes productoras. Su trabajo está constantemente bajo la lupa. Se analiza todo lo que sucede durante la preproducción y el rodaje. Cualquier asunto, por nimio que sea, es susceptible de convertirse en noticia. Y esto es un peligro muy grande, ya que es evidente que vivimos en una época en la que la gente está muy enfadada y salta por nada. Esto puede provocar que una película pierda el favor del público de un día para otro, y eso la condena al fracaso, por muy buena calidad que tenga luego.


Son muchas las cosas que se han ido sabiendo sobre Disney en relación con Blancanieves y su protagonista, Rachel Zegler. Y es justo reconocer que han sentado muy mal a demasiada gente. Las desarrollaré brevemente en el siguiente punto, que es precisamente la segunda lección que debemos extraer del fracaso de Blancanieves.


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La gente, en general, está absolutamente harta de cualquier cosa que huela mínimamente a woke. Aunque todavía quedan algunos defensores de lo woke, lo cierto es que la proporción actual debe estar en torno a nueve críticos por cada uno que aún lo defiende. En este sentido, Disney se ha pegado un tiro en el pie. Empezaré por lo más sonado: la decisión de no usar actores para los enanitos y, en su lugar, crearlos mediante CGI. ¿El motivo?


Los plastas de siempre, encabezados por Peter Dinklage, interpretaron su papel de guardianes de la moral y dijeron que era peyorativo usar enanos de verdad. Lo repito porque es tan ridículo que parece una broma. Esta gente afirmó que estaba mal usar actores con enanismo para hacer el papel de enanos. Su principal argumento era que eso era negativo para ellos, que los ridiculizaba.


El propio Peter Dinklage así lo defendió, y eso que él saltó a la fama y pudo tener una carrera en Hollywood precisamente porque, en cierto momento de su vida, alguien lo seleccionó para el papel de Tyrion en Juego de Tronos. Y voy a decir algo que quizá le sorprenda, pero la realidad es que lo eligieron por ser enano. Si hubiese medido uno ochenta, nunca lo habrían seleccionado, por muy buen actor que fuera.


De nada sirvieron las numerosas quejas y súplicas de actores enanos que se morían por participar en un gran producción. No valió para nada que insistieran en que lo tenían dificilísimo para conseguir papeles por ser enanos y que, para una vez que había siete personajes perfectos para ellos, el estudio decidió optar por recrearlos por ordenador. Disney tomó una decisión estúpida y, con ello, se puso en contra a todo el mundo. Este fue su principal error, el que les condenó, pero hubo otros menores.


Por ejemplo, el hecho de que el cazador sea negro o de hacer que el grupo de bandidos que lucha contra la bruja sea una bonita mezcla de personas de todas las razas y con una buena dosis de representación femenina. Estos ejemplos claros de inclusión forzada no son graves, si me preguntas a mí, pero la gente ya estaba enfadada por lo de los enanos y no estaba dispuesta a perdonarle ni una tontería más a Disney.


Por eso cuando te paras a leer una crítica negativa de la película o ves un vídeo de YouTube al respecto, lo principal que oirás es: "Disney ha cogido una historia preciosa y, por culpa de lo woke, la ha convertido en una patraña infumable". ¿Exageran? Sí. Pero algo de razón tienen.


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Pero aparte de los errores de Disney, las declaraciones de Rachel Zegler tampoco ayudaron. Esta chica es el típico ejemplo de actriz/actor multimillonario de Hollywood que se pasa el día dando lecciones a los demás. Es por eso que cae fatal a una gran parte del público, algo que ya se ve que ningún estudio se puede permitir.


Pues bien, aparte de pasarse meses recordándonos a todos lo malas personas que somos y la poca moral que tenemos, Rachel Zegler también tuvo tiempo para criticar la cinta original de Blancanieves. Repitió hasta la saciedad que era machista, clasista, racista y una larga lista de insultos más, es decir, las clásicas acusaciones que una persona woke hace a todas las obras que tienen más de veinte años, incapaz de entender que una cinta es hija de su tiempo y que no puedes pedirle a una película de 1937 que encaje en los cánones actuales de pensamiento, especialmente si son extremadamente estrictos.


Total, que todas estas declaraciones la convirtieron en una persona odiada, y de ahí a odiar a la película en la que había trabajado, sólo hay un paso. Uno que el público dio casi de forma automática. Y relacionado con esto, está la tercera lección que todos deberíamos sacar de Blancanieves, y que no es otra que la de que los estudios deberían controlar más lo que hacen y dicen sus estrellas durante la promoción de la película.


No es muy habitual, pero no es la primera vez que veo a un actor o actriz perjudicar la película en la que acaba de trabajar. He llegado a ver casos en los que, directamente, hablan mal del film, desincentivando ir a ver la película en los días previos a su estreno.


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No digamos esto, pero incluso lo que ha hecho Zegler me parece fatal desde el punto de vista de la productora. Tú no puedes cargarte la promoción de una película que ha costado 240 millones de dólares porque necesites soltar tu discursito de niña burguesa acomplejada cada cinco minutos. No. Me parece del todo intolerable. Eres una profesional, a la que pagan por hacer un trabajo, y ese trabajo incluye decir sólo cosas buenas de la película y de la productora que te paga, sobre todo durante la etapa de promoción de la película.


¿Qué es eso de hablar mal de Blancanieves (la original) y por tanto de Disney? ¿Os imagináis a vosotros mismos saliendo en la televisión y hablando mal de la empresa que os paga? Es impensable. Pero los actores y actrices están endiosados y se creen con derecho a todo. Por eso digo que las productoras deberían meterlos en cintura. No deberían tolerar este tipo de comportamientos. Tendrían que tener cláusulas para estas situaciones y que quien incumpla pague con una buena parte de su sueldo. Así se lo pensarían dos veces antes de abrir la boca. Sólo así podrán controlar a sus estrellas y evitar que sus películas sean odiadas antes siquiera de que se estrenen. Seguro que les va mejor.


En resumen, Blancanieves es una película correcta que ha sido un fracaso por culpa de algunas decisiones de Disney y por las declaraciones de Rachel Zegler. Una pena, porque, como digo, es la primera vez que un live action supera a la versión original de animación.

Frame de Barbarian

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