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Materialistas: El amor como producto

Actualizado: 19 sept

¿De verdad somos así?

Frame de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos.

Materialistas parte de una premisa tan sencilla como potente: ¿Se puede buscar el amor hasta encontrarlo? Y nótese que, en dicha pregunta, cada palabra está elegida con sumo cuidado.


El amor existe. Eso es indudable. Lo vemos a diario a nuestro alrededor, especialmente en aquellas etapas en las que más necesitados estamos de él. Y es una suerte que exista, porque el mundo está tan lleno de basura —literal y metafóricamente— que menos mal que alberga algo tan puro y cristalino como el amor para contrarrestar tanta inmundicia.


Y, dado que existe, es perfectamente posible encontrarlo. Eso nadie lo pone en duda. La pregunta es: ¿se puede hacer el acto consciente de perseguirlo hasta alcanzarlo? En este caso, la respuesta ya no es tan sencilla.


Esa es precisamente la respuesta que Materialistas trata de dar. La protagonista, Lucy Mason —interpretada por Dakota Johnson—, trabaja como "matchmaker". Este anglicismo quiere decir que, básicamente, es contratada por mujeres y hombres que quieren encontrar a su media naranja. Para ello, le dan una lista con sus gustos, preferencias y exigencias, y ella obra la magia. O, al menos, lo intenta.


Como el cine es, en esencia, conflicto, Lucy, que es muy buena a la hora de crear parejas entre desconocidos, es pésima cuando se trata de encontrar una para sí misma. La mezcla de altas expectativas con una baja valoración personal la lastra enormemente.


Es en ese momento cuando hacen acto de presencia los dos protagonistas masculinos de la película: John Pitts y Harry Castillo, interpretados por Chris Evans y Pedro Pascal, respectivamente. No podía ser de otro modo. Hace tiempo que se instaló con fuerza el cliché de triángulo amoroso formado por una mujer indecisa, atrapada entre dos hombres: el que le conviene, pero no le convence, y el que representa justo lo contrario. ¿No me creen? Prueben a leer novelas de aventura fantástica y díganme cuántas veces se repite este esquema.


Pedro Pascal, como Reed Richards, en un frame de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos.

En fin, que Harry es el millonario perfecto, y John es su exnovio, un actor de cuarta línea, pobre y con pocas expectativas de prosperar.


Esta es, en resumen, la película: Lucy tratando de decidir si debería probar suerte con Harry o volver con John. Y lo digo ya aquí: Materialistas está bien. No es una película que vaya a cambiar la vida de nadie, pero es más que correcta en todos sus puntos y cuenta con tres interpretaciones de altísimo nivel. Especialmente la de Evans, pero no se lo digáis a los Pascalers.


Pero no escribo este artículo para hablar sobre la película. Como digo, podéis verla, no os decepcionará. No, escribo este artículo para hablar de la visión del amor que se plantea en esta obra. De ahí el subtitular que encabeza este escrito.


Materialistas... ¿de verdad somos así? Seré sincero: tengo serias dificultades para responder a esta pregunta. Pero tengo una intuición que resuena de fondo, a pesar de los enormes esfuerzos que hace mi pueril corazón romántico por acallarla.


Y esa intuición me dice que sí. Así somos. Quizá no todos, pero sí muchos. ¿La mayoría? No lo sé. Pero estoy seguro de que demasiados. ¿Qué quiero decir?


Frame de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos.

Como ya he expuesto, Dakota Johnson interpreta a un personaje que se dedica a juntar solteros según sus exigencias. Debido a ello, asistimos a numerosos momentos en los que sus clientes le exponen sus peticiones. ¿Y cuáles son?


En el caso de las mujeres, estas piden un mínimo de altura, mucho dinero y, quizá lo más llamativo de todo, que tengan pelo. Por su parte, los hombres piden mujeres delgadas y más jóvenes que ellos. Es triste, pero es así. Así de superficiales se muestran todos estos personajes. De ahí, el título de la película. Nadie pide a alguien a quien le guste el cine para compartir dicha afición; ni a alguien que quiera tener hijos, algo básico en una relación; ni nada parecido.


Las mujeres quieren tíos altos con pasta, y los hombres desean jovencitas delgadas. Eso es todo. El amor en esta película es tratado como un producto de consumo y no como un fin en sí mismo. El siguiente paso en esta decadencia sería, directamente, agrupar a los solteros en escaparates, como si del Barrio Rojo de Amsterdam se tratara, para que la gente paseara por esas calles y seleccionara el producto que desea consumir. Sería así de sencillo. Bueno, a decir verdad, habría una condición: los escaparates de los hombres tendrían que tener su sueldo en grandes letras rojas de neón y los de las mujeres su edad.


Seré yo que, muy a mi pesar, me he hecho mayor, pero esta visión del amor como si de "fast food" se tratara, la verdad es que me da ganas de vomitar. Bueno, quizá no tanto, pero sí que me pone triste y me descorazona.


Frame de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos.

Hay algo muy curioso en Materialistas. Todo está muy medido, muy cuidado al detalle, demasiado perfecto, cien por cien estilo Hollywood, y eso le quita credibilidad a ciertos momentos. Pero eso no quita que esta visión descarnada del amor tenga un poso de verdad difícil de digerir.


Pero no es solo su visión del mercado del amor lo que me afecta; es también la forma en la que refleja el amor en su versión más auténtica. Sirva como ejemplo el flashback que nos muestra una antigua discusión de Lucy y John, cuando todavía eran pareja. No aporta nada nuevo, pero representa a la perfección lo que son los últimos momentos de una relación que está a punto de romperse. Esos momentos en los que nada funciona y la mínima tontería desencadena un torrente de mierda acumulada.


Asistimos a la impotencia del personaje interpretado por Chris Evans, que es a quien van a dejar plantado, intentando por todos los medios reconducir la situación. Pero ya nada sirve. Las palabras son huecas y se las lleva el viento. Frases que antaño tuvieron la fuerza para tumbar murallas, ahora no son más que una leve brisa. Él le dice: "Pero yo te quiero con locura". Ella responde: "El amor por sí solo no es suficiente". Y así queda firmada su sentencia, gastando la última bala y sabiendo que ya no hay nada más que hacer. Aquí no tengo dudas; eso sí que es el amor. Una piedra tan afilada que te puede romper el corazón en dos sin que hayas sentido ni siquiera el corte.


No es la primera vez que el cine nos muestra la dureza del amor de forma tan cruda. Todos recordamos la película 500 días juntos, 500 days of Summer en su versión original (título, por cierto, mil veces mejor que su falsa traducción).


Como bien rezaba esa película en su inicio, aquello no era una película de amor, sino una película sobre el amor. Un matiz importante que no entendías en ese momento, pero que, al terminar de ver la cinta, habías interiorizado como si del Úndecimo Mandamiento se tratara. Lo bueno es que no podías decir que no te habían avisado cuando la película te rompía el corazón sin misericordia.


Eso era el amor: una fuerza capaz de elevarte a los cielos, pero, al mismo tiempo, perfectamente dispuesta a hundirte en el infierno más oscuro. En realidad, ¿y para qué negarlo? Una cosa suele ir de la mano de la otra. ¿O acaso no es cierto que una ruptura duele más cuanto más dulce fue la relación?


Frame de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos.

Eso es lo que muestra 500 days of Summer (prefiero referirme a ella así): una relación entre un chico bondadoso e idealista, interpretado por Joseph Gordon-Levitt, y una chica, interpretada por la siempre adorable Zooey Deschanel, que representa a la mujer que todos querríamos cruzarnos, al menos, una vez en la vida.


La historia nos muestra una verdad tan universal como dura de aceptar: las relaciones amorosas no funcionan en base a hechos objetivos, sino a los sentimientos que están detrás y que modelan qué sentimos acerca de esos hechos que experimentamos.


Para el recuerdo quedará esa doble escena comprando en el IKEA: la primera, cuando todo va bien; la segunda, cuando ya no queda nada que rascar. En la primera, perderse, no encontrar un producto, o no decidirse por uno, sólo es una fuente de risas y carantoñas. En la segunda, todo es tedio y tensión, pues cualquier detalle puede hacer estallar la bomba. Una lección de vida que muchos vimos demasiado pronto y no supimos entender, pero que la vida se encargó de hacérnosla aprender a las malas.


Pues lo que sucedió con 500 days of Summer hace años es lo que está sucediendo con Materialistas ahora: que demasiadas personas la ven y creen que solo es ficción, cuando en realidad es una fiel y precisa descripción del amor.


Porque, al final, el amor no es más que eso: cogerte de la mano con alguien y correr juntos con los ojos cerrados, sabiendo que lo más probable es que uno se choque con un muro. Pero, a pesar de todo, lo único que tiene sentido es apretar la mano del otro con fuerza y correr lo más rápido que puedas. Lo demás no merece la pena.

Frame de Los 4 Fantásticos: Primeros pasos.

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