Ari Aster: la decadencia de un genio
- Carlos España García

- 17 oct
- 6 Min. de lectura
Con cada película que estrena, el director estadounidense parece alejarse un paso más del favor del público

Antes de empezar con el artículo, me gustaría aclarar que voy a hablar de cuatro películas, pero que no voy a mencionar nada de la trama de ninguna de ellas. El por qué es muy sencillo. Creo que todas los films de este director se disfrutan más cuanto menos se sabe previamente de ellos. Aclarado este punto, continuamos.
Ya queda muy lejos ese 2018 en el que un desconocido llamado Ari Aster sorprendió al mundo con su opera prima. Hablamos de Hereditary, una película de terror que no dejó indiferente a nadie. De ritmo lento y pausado, pronto nos dimos cuenta de que las películas de este tipo se iban a cocer a fuego lento. Por suerte, lo segundo que descubrimos es que el viaje iba a merecer la pena.
Hereditary es una película en la que todo es incómodo para el espectador. Está hecha para molestar, para incomodar, y en ese sentido sólo se puede decir que está muy bien hecha. Dirigir una película es como construir una casa, y una de las reglas más básicas es: "Cuida bien los cimientos". Ari Aster lo hizo y por eso la elección del casting es un éxito en sí mismo.
Y no hablo de la siempre genial Toni Collette; me estoy refiriendo a Alex Wolff y Milly Shapiro, quienes interpretan a sus inquietantes hijos. Porque sí, esta pareja no necesita diálogos excéntricos o escenas rocambolescas, de las cuales tiene a rabiar, sino que su simple presencia contribuye a acelerarte el ritmo cardíaco.
Todo en Hereditary es así. Desagradable e hipnótico a partes iguales. Los personajes toman decisiones extrañas que descolocan al espectador, pero que le incitan a querer saber más. Este será un rasgo característico de la filmografía de Ari Aster, aunque como veremos más adelante, ha llegado a abusar demasiado de él hasta dejarlo sin sentido.

La siguiente película no tardaría mucho en llegar. Sólo tendríamos que esperar un año para que viera la luz, nunca mejor dicho, Midsommar. En esta ocasión, el director y guionista se puso un reto a sí mismo. ¿Se puede hacer una película de terror en la que todas las escenas estén inundadas por la luz cegadora del sol? Antes lo desconocíamos, pero ahora sabemos que sí se puede.
El film, protagonizado por Florence Pugh, no deja lugar a dudas. Si la situación es espeluznante, da igual que esté oscuro o no. A pesar de ello, no podemos dejar de admirar la dificultad añadida de este proyecto.
Esta obra empieza con una pintura que no entendemos; y que, sólo una vez que vemos de nuevo esta obra, comprendemos que nos está contando la trama escena por escena. Sin duda, algo arriesgado, pero que le salió tremendamente bien.
Como ya ocurría con Hereditary, y como ocurrirá con todas sus películas posteriores, los personajes que pueblan Midsommar nos inquietarán en lo más profundo de nuestro ser. Esta obra consigue que nos sintamos idiotas todo el tiempo porque estaremos nerviosísimos ante escenas tan inofensivas como alguien dándoles la bienvenida al poblado a los protagonistas. Ya lo había demostrado en su anterior trabajo, pero en este es donde se corona como un maestro de la cámara.
Midsommar es una buena película, no hay duda, pero es evidente que es menos perfecta que su predecesora. Esto podía haber sido una anécdota, pero con su siguiente trabajo nos demostró que no era imaginación nuestra el notar que su filmografía iba cuesta abajo.

Como acabo de decir, Beau tiene miedo, su siguiente obra, vino a confirmar que había perdido el beneplácito del público. Esto no debería sorprender a nadie. Este film es tan original como imposible de comprender. En serio, ¿qué es lo que trata de contarnos Ari Aster con esta película? Creo que ni él mismo lo sabe.
Beau tiene miedo es una sucesión de escenas en la que todos los personajes que aparecen tienen actitudes que escapan a nuestro entendimiento. La película es rara por el mero hecho de serlo. No estamos ante una obra de Yorgos Lánthimos, donde lo extraño, lo inexplicable, tiene un sentido al final. No. Aquí todo es estrafalario con el único objetivo de parecerlo.
En mi opinión, se trata de una forma barata de captar la atención del espectador. Pero mi cálculo es que eso sólo funciona un rato, y si no eres capaz de aterrizar tus florituras mentales, terminarás por no convencer a nadie. Bueno, puede que sí a Alec, director de NO HAY CHANCES, que seguramente le haya dado cinco estrellas en Letterboxd, pero posiblemente a nadie más.
Hasta Joaquin Phoenix, protagonista absoluto del film, está plano y repetitivo. Su personaje tiene gracia durante media hora. Pasado ese tiempo, sólo es capaz de transmitir tedio y aburrimiento. A pesar de la legión de fans que tiene Ari Aster dentro del mundo de los cinéfilos, Beau tiene miedo sólo tiene un mísero 5,9 en Filmaffinity, una página muy dada a perdonar las locuras de sus creadores favoritos.

Pero lo peor es que Ari Aster no interiorizó la lección y lamentablemente ha repetido los mismos errores con Eddington, su última película, que justo acaba de estrenarse en cines. Esta nueva obra arranca sin fuerza, con una sucesión de secuencias que no conseguirán que ni el más ilusionado levante una mísera ceja. Un comienzo desilusionante que sólo dibuja lo que está por venir.
La película es lenta como ella sola. Puede que Ari Aster quisiera transmitir algo concreto con esta decisión sobre el ritmo narrativo, pero lo cierto es que sólo consigue aburrir.
Joaquin Phoenix es de lo más interesante de la película y siento que no puedo ni escribir cuatro frases sobre él. Creo que lo mejor que puedo decir de él es que al menos no tienes ganas de matarlo todo el rato como si sucedía en Beau tiene miedo.
El otro papel importante ha caído en Pedro Pascal... para variar. Y para variar vuelve a ser totalmente olvidable. Sinceramente, y como consejo para los productores, si lo que tienes entre manos es un personaje más plano que un papel de fumar, no te gastes un pastizal en contratar al actor del momento. Escoge a cualquiera, que el resultado será el mismo, y en el proceso habrás ahorrado varios millones de dólares.
Aún así, hay una cosa muy positiva que quiero rescatar de Eddington. Llevamos años asistiendo a cómo la ideología woke ha infectado cada película que se ha hecho. Según esta narrativa, hay unos buenos y unos malos. En relación al cine estadounidense, los buenos son los demócratas y los malos los republicanos. Pues bien, Ari Aster manda todo esto a paseo y, de corazón, quiero darle las gracias. Se agradece un poco de aire fresco en ese sentido.
La crítica mordaz y despiada que hace de la sociedad de ese pueblo de EE.UU. es una joya en sí misma. Aquí no hay buenos, ni malos. Aquí sólo hay tontos que quedan en evidencia cada vez que hablan. Y de verdad lo digo, el director ha sido muy valiente al reflejar esta realidad. Imagino que juega a su favor el hecho de que la mayoría del público no se dará cuenta de este detalle. Pero ya os digo que cualquiera que use la cabeza para algo más que para llevar gorras, disfrutará con esos discursos llenos de buenas intenciones, pero carentes de cualquier atisbo de inteligencia.
Y poco más se puede decir a favor de esta película. No entretiene. No sorprende, salvo por el recurso barato de que los personajes hagan cosas inexplicables. Y no transmite ningún mensaje. En conjunto, una absoluta pérdida de tiempo.
Llegados a este punto, sólo me queda preguntarme: ¿Qué le ha pasado a Ari Aster? En mi opinión, sólo hay dos posibles opciones. O se trata de un buen director y guionista cuyas películas van empeorando porque no termina de dar con la tecla; o estamos ante un bluf que simplemente tuvo suerte un par de veces, especialmente la primera.
No sé cuál será la respuesta, pero sé que la segunda opción me pone triste. Yo flipé con Hereditary y recuerdo haber pensado que estábamos ante el nacimiento de un gran cineasta. Ese es el motivo de que me haya visto todo lo que ha sacado. Pero ahora no sé qué pensar. ¿Veré su siguiente obra? Sinceramente, no lo sé. Siento que a lo mejor me estoy empeñando en ver más talento del que realmente hay.
La realidad, por dura que sea, es que Ari Aster lleva seis años sin sacar una película que sea coherente, con un mínimo de lógica y algo de sentido. Puede ser que este sea el cine que a él le interesa, pero está claro que no es el mío. Si eres de los pocos que disfrutó Beau tiene miedo, ve a ver Eddington. Pero si no lo eres, entonces mi recomendación es que te quedes en casa y te pongas cualquier otra cosa. Lo que sea. Disfrutarás más y te ahorrarás la entrada. Creo que es el mejor consejo que puedo darte.




